martes, 4 de octubre de 2011

capitulo 10- supernaturally


Capítulo 10
No hay lugar como el hogar

Traducido por Abril.

—¿En qué estabas pensando cuando mandaste ese niño que parecía un mono rabioso a mi escuela? —grité en mi comunicador.
—¿Perdón? —preguntó Raquel.
—Jack. Mi escuela. El cuarto de los casilleros de chicas. ¿Te suena? Si Carlee no le hubiera jurado a la ogra de mi profesora de gimnasia que Jack no era ni mi novio ni mi hermano ¡probablemente me hubieran suspendido!
—¿Tu maestra de gimnasia es una ogra?
—¡Concéntrate! Si me suspenden, mis notas bajan. Si mis notas bajan, quizás no entre en Georgetown. Y 
voy a entrar en Georgetown.
—Me alegra ver que finalmente estas tomando posesión de tu educación. Y siento lo de Jack; le pedí que te contactara discretamente.
—Ese chico no hubiera sabido lo que es discreto ni aun que la discreción bailara tap sobre su estúpida cabeza rubia.
—Pero si esta 
discreción estuviera bailando tap, ya no seria tan discreta, ¿no es así?
—Cállate —digo, tratando de no sonreír. Estaba molesta. Nada de sonreír—. ¿Cuándo te pusiste tan divertida?
—Hablaré con Jack y le diré que no te contacte en la escuela nunca más.
—¿De todas formas, cuál es su problema? Es la persona más rara que conozco, y eso no es nada.
—Jack ha tenido una... crianza poco convencional. Ustedes dos tienen mas en común de lo que crees. Su vida también fue interrumpida por la vidente. Aunque es un chico singular y de gran valor. Tenemos suerte de que nos haya encontrado.
Fruncí mi ceño. Tenía sentido que Jack tuviera conexiones con las hadas con sus habilidades.
—Bien. Aun que, no mas visitas en la escuela. Y dile que no venga a mi cuarto sin anunciar.
—¿Estás segura de que quieres ayudarnos?
Dudé, mordiendo mi labio. Se sentía como si me estuviera balanceando sobre una cerca. Voy hacia un lado—dí no—y sabía lo que encontraría cuando cayera.
Más de lo mismo.
Dí sí y ve hacia el otro lado, y... no tengo idea. Pero la cerca seguiría allí, y siempre podía encontrar mi camino para volver a subir. ¿Cierto?
—Dos condiciones —dije, prácticamente sintiendo su alivio y emoción filtrándose a través de la conexión—. Primero: no soy Nivel Siete o nada en ningún sistema. No soy AICP. Si no me gusta una misión, no la hago. Es totalmente mi decisión.
—De acuerdo. ¿Y la segunda?
—Quiero mi tarjeta de crédito de vuelta. —Claramente, lo desconocido a lo que estaba punto de adentrarme, requería un nuevo guardarropas.
—Muy bien. Mientras la reserves para emergencias.
—En serio, Raquel, ¿cuándo te pusiste tan graciosa?
Ella hizo una pausa.
—Evie, estoy... Estoy muy complacida de que nos ayudes otra vez.
—También te extraño. —Quise sonar despreocupada, pero fui sorprendida por una incómoda picazón en mi garganta y en mis ojos. Dios mío, no estaba por llorar en una llamada con Raquel. Después de todo, mi cumpleaños número diecisiete se acercaba, vivía por mi cuenta, independiente, fuerte. Estaba haciendo esto porque quería—
no porque la extrañase. Eso seria estúpido.
Después de una aclaración de garganta muy sospechosa, la voz de Raquel retomó su tono de negocios, enérgico.
—Excelente. Enviaré a Jack para que te recoja a las ocho.
—Vaya, ¿esta noche? ¿Tan pronto?
—No estaba bromeando cuando dije que necesitábamos ayuda. Últimamente, parece que todo lo que puede salir mal, sale mal. Y ha habido extraños cambios en el mundo paranormal, nada comparado con April, pero lo suficientemente raro como para que seamos forzados a usar personal que no tenemos para tratar y hacer un seguimiento.
—Entonces, creo que puedo cambiar eso. —¿Una noche libre de estampado de vaca y grasa? Rayos, sí, podía cambiar eso—. ¿Dónde? ¿Italia? ¿Islandia? Oh, apostaría por Japón.
—De hecho, es algo menos exótico que eso. El Centro.
Y solo así, mi emoción fue reemplazada por un temor helado.
No podía regresar allí. El Centro era una tumba. En mi mente no había cambiado desde mi última noche allí. Vampiros sin vida alineados en los pasillos, extrañamente iluminados por luces estroboscópicas que fallaban en salvar a la sirena que más me gustaba. No podía soportar el pensamiento de volver a visitar el que había sido nuestro hogar.
—Raquel, yo...
—¡Te veo a las ocho! —La línea se cortó y me dejó mirando tontamente el comunicador.
Dos horas más tarde seguía en mi cama, mirando el techo. Ni siquiera los familiares contornos de Tasey en mi mano me hacían sentir mejor.
Tendría que decirle a Raquel que el acuerdo se había terciado. De ninguna manera volvería allí. Tan pronto como pudiera tener mis dedos para golpear su conexión, lo haría. Pero no podía soportar oír la decepción en su voz. Ella había estado emocionada, genuinamente feliz porque trabajaríamos juntas de nuevo. Estar feliz no era algo que le pasaba muy seguido. Y ahora tendría que decirle que no iba a ir porque estaba demasiado aterrorizada.
Tan pobre.
Me giré hacia un lado. El colgante Lend me daba brillo en la noche y acerqué mi mano hacia él, trazando con mi dedo una línea por el lado del corazón.
¿Por qué las cosas nunca se ponen fáciles? A veces quiero tomar un recuerdo—un recuerdo perfecto—acurrucarme en él, e ir a dormir. Como mi primer beso con Lend. Podría vivir en ese recuerdo por siempre. Solo nosotros, nuestros labios y la realización de qué tan bien encajaban juntos. Si las cosas siempre fueran así, la vida seria mejor.
—En serio, Evie —resoplé, dejándome caer de nuevo en el centro de mi cama y mirando el techo—. ¿Por qué no te quejas un poco más en vez de realmente hacer algo?
—Hablar sola es el primer signo de locura —ofreció Arianna, inclinándose en el marco de mi puerta abierta.
—Sí, también lo es ver cosas que nadie más puede ver, pero parece que a la gente le gusta eso de mí.
—Buen punto. Las probabilidades son que has estado loca por años. Probablemente, yo no soy más que un producto de tu imaginación.
—Si eso fuera verdad, te hubiera imaginado menos vaga.
Ella suspiró.
—¿No es triste que, por lo mucho que te odias a ti misma, no puedas ni siquiera imaginarte a una compañera de cuarto agradable?
—Más triste es el hecho de que admitas que apestas como compañera de cuarto.
Mostrando una sonrisa maliciosa, ella entrecerró sus ojos.
—Yo usaría el termino “apestar” moderadamente cerca mío. No quiero plantar ideas en mi linda y muerta cabeza.
Le tiré una almohada.
—De todos modos —dijo ella, arreglándose su puntiagudo cabello rojo y negro (mucho más lindo que los hilos que se aferraban a ella bajo su despeinada cabeza bajo su glamour—
no mires, me recordé a mi misma una vez más)—, Ya esta oscuro afuera. Vamos a ver una película. Estoy tan aburrida que podría morir.
—Demasiado tarde.
Ella me tiró la almohada de vuelta y se fue hacia el cuarto principal. Me senté en el lado de mi cama y suspiré. El comunicador irradiaba ondas de culpa desde su posición junto a mi almohada, pero no pude llamar a Raquel. Ella se daría cuenta que no iba ir en unos—miré el reloj—diez minutos.
Probablemente era lo mejor.
Oh, rayos, como si pudiera saber que era lo mejor. Sacudiendo mi cabeza, tomé a Tasey y camine hacia mi cómoda, abriendo el cajón de las medias.
—Lo siento, amigo —susurre—. Quizás en otro momento.
Oí la puerta del frente abrirse, y Arianna gritó.
—Me estoy yendo. Encuéntrame allí si quieres ir.
—Sí, déjame...
Una luz brilló mientras una mano desde la pared tomaba mi brazo y me arrastraba hacia la infinita oscuridad.


Fin del Capítulo

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