sábado, 1 de octubre de 2011

capitulo 9- supernaturally


Capítulo 9
Como Afrodita en esteroides


Traducido por KaThErIn


Cállate —reí, cerrando mi casillero.

—No, en serio —continuó Lend—. La muerte es seria. Dude es un duende.

—Tu técnico profesor de escritura 
no es un duende.

—¿Cómo lo sabes? Esto es por lo que necesitas zanjarte la próxima semana y venir a clases conmigo. Puedes confirmarlo. Justo ahora todo lo que sé es que él tiene cabello rojo, piel roja, alrededor de cuatro pies de alto, y no usa nada más que verde.

Rodé los ojos, sabiendo que él no podía verlo a través de mi brillante, celular rosado.

—¿Y por qué tendría un duende un PHd?

—No lo sé. Saliendo al final del arcoiris se aburre, estaba cansado de los tréboles, las ollas de oro perdieron su brillo por él-toma tu cosecha. Pero tengo razón. De hecho, ¿Te dije que mi asistentede laboratorio podría o podría no ser una driada?

—Espera, ¿son ellas notoriamente vigorosamente apasionadas?

Hubo un apausa al otro lado de la línea.

—Oh, tu 
no vas a ir a ese laboratorio de nuevo.

Lend rió y cerré mis ojos, imaginándome cómo se vería en frente de mí.

—Confía en mí, sólo hay alguien paranormal me gustaría ser notoriamente lujurioso para mí.

Suspiré.

—De acuerdo, pero no creo que pueda encontrar una bruja en tal corto anuncio.

Él rió de nuevo, casi cubriendo el sonido de la campana. Miré alrededor, asustada. Un extraviado papel flotaba en medio de los pasillos ahora abandonados.

—¡Mierda, voy a llegar tarde! Te hablo luego, ¿de acuerdo?

Cerrando mi teléfono, corrí por la habitación de casilleros. Por lo menos era el gimnasio y había una pequeño contoneo en la habitación.

O por lo tanto pensé. La señorita Lynn, que horrible criatura, estaba viniendo de afuera de la puerta, señalando a las chicas mientras entraban.
Alzó la mirada y me sonrió, complacida de haberme atrapado en tal obvia infración.

—Eso es la mitad de los puntos de su participación para este día, Novata. Otro retraso y creo que calificará para la suspensión en la escuela.

¿Dónde estaba Tasey cuando la necesitaba? Tomé toda mi fuerza de voluntad para reprimir poner los ojos en blanco mientras me escondía en la habitación de casilleros. El débil aroma de sudor y moho me saludó, y pasé a las chicas en varios estados de desnudarse para llegar a mi casillero. No estaba ni de cerca tan aficionada de este. Carlee se puso sus tenis, ya lista para irse.

Honestamente, cómo sus bubis podrían estar tan despabiladas en un brasier de deportes nunca lo había entendido. O parado de envidiarlos.

Ella movió su cabeza.

—Deberías ser más cuidadosa. A la señorita Lynn en realidad no le gustas.

Suspiré, sacando mis ropas de gimnasio. ¿Qué escuela escoje el amarillo y café para sus colores? Asqueroso. Simplemente, asqueroso.

—El sentimiento es mutuo.

—Entonces, ¿cómo estuvo tu fin de semana?

—Desastrosa. Lend tuvo que volver a la escuela.

—Que mal. Lo lamento.

—¿Cómo estuvo el tuyo?

Su rostro se iluminó.

—¡Grandioso! Tanto John y yo volvimos, ¿cierto? Y al principio yo estaba todo como, ¡impresionadnte! Pero luego de la noche del Viernes se suponía que llamaría, y en realidad no lo hizo, asi que entonces yo estaba como...

Mis ojos vidriosos mientras trataba de poner atención. Me gustaba Carlee, y apreciaba tener una amiga que no estuviera muerta, pero a veces el esfuerzo me llevaba a que continuar con que la relaciones con las chicas se sintieran como demasiado.

—...y entonces él estaba como "si no querías..."

Un grito irrumpió desde el otro pasillo. No sabía si estar agradecida por la interrupción o asustada de lo que pudiera estar pasando. Carlee y yo nos precipitamos alrededor de la esquina y encontramos que las chicas estaba cubriendose a ellas mismas y chillando.

—¿Qué ocurre? —grité, jurando nunca dejar a Tasey en casa.

Una de las chicas señaló a la otra vuelta y se arrastró hacia allá, cada músculo tenso y mi espalda hacia la pared. El pasillo se abrió delante de mí y grité, lista para brincar sobre —Jack.

Estúpido, estúpido Jack, estaba de pie sobre uno de los bancos de madera que se alineaba en el medio del pasillo, las manos sobre sus caderas mientras inspeccionaba el pasillo vacío como algún tipo de extraño conquistador.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, horrorizada.

Bajó la vista hacia mí. —Oh, ahí estás. Se suponía que te diera algo.

—¿Y no podías habermelo dado en alguna otra parte?

Miré alrededor, exasperada y ansiosa. Las chicas estaban empezando a salir poco a poco de, su pasado primer sobresalto y ahora a la curiosidad.

—¿Qué está mal aquí? Aquí parece muy bien para mí.

Dió palmaditas en sus bolsillos, finalmente murmuró:— ¡Aja!— antes de sacar un familiar celular blanco-como un dispositivo.

Un comunicador de la IPCA. Había olvidado lo aburridos que eran comparado con mi super lindo celular. Sonrió y lo dejó deslizar a través de sus dedos. Jadeé y me abalancé hacia adelante, pero él lo hizo rebotar hacia arriba con su pie y lo tomó en el aire.

Sonriendo, me lo entregó con un ademán.

—Raquel quiere que la llames así ella concerá una buena hora para hablar de nuevo, ya que ella no quiere interrumpir tu vida.

—Y ¿qué rayos crees que estás haciendo justo ahora?

Una garganta se aclaró cerca de mí y me di cuenta de que Carlee estaba de pie allí. Sus hombros estaban echados hacia atrás y estaba dándole a Jack una mirada extraña.

No.. no una mirada extraña... 
una de hey!, bebe, un encuentro sorpresa verte aquí.

—¿Quién es tu amigo? —preguntó, una risilla siguiendo a su pregunta.

—¡No es mi amigo! Asi que no es mi amigo.

—¿Cómo siquiera entraste? —Una Peligrroja Viciosa chica de Fútbol preguntó. Estaba mirándolo con una mezcla de suspicacia e interes. —¿Vienes a aquí?

¿Qué estaba mal con estas chicas? Un psicótico chico aparece en el medio de la habitación de casilleros y están listas para flirtear? ¿No habían visto cualquiera de las comedias de la escuela? Deberíamos haber estado azotándolo en nuestra furia de proteger la santidad de la habitación de casillero de las chicas.
En su lugar, estaban concentrándose en una cambio de postura estratégica para partir su agitación al máximo.

Honestamente, él no era así de lindo. La rizada greña de cabello rubio y los demasiado grandes ojos azules me ponían nerviosa. ¡Oh, mírame! , soy tan adorable e inocente, puedo mostrarte lo que sea que quieras y que se joda la vida de Evie!

—De acuerdo —susurré, nerviosa ante la creciente multitud. La señorita Lynn descifraría que algo estaba pasando cuando nadie se apresurara a empezar a estirarse. Las más entusiastas siempre estaban más apresuradas a entrar en calor. —Gracias por la entrega, ahora¡ fuera! ¡Ándate! ¡Ahora!

—Pero acabo de llegar aquí— Hizo salir su labio inferior en una fingida mueca de mala cara.

—Rápido, antes de que la señorita Lynn...

—¿Antes de que? —una familiar voz de tenor preguntó detrás de mí. Mi espina se puso rígida de terror. ¡Esto no era mi culpa! Seguramente no podría meterme en problemas por esto. La señorita Lynn colocó una fornida mano en mi hombro, y era todo lo que yo podría hacer para quedarme de pie bajo su peso.
Jack se tomó un momento dulce, mirándola de arriba a abajo, sus ojos permaneciendo sobre su cuerpo de defensor trasero de línea (de juego).

Ella gruñó, —¿Y quién es tu amigo, Novata?

Estaba muerta. Estaba muy, muy muerta. Iba a ser expulsada y luego nunca entraría a Georgetown, y trabajaría en una cafetería por el resto de mi vida y Lend se casaría con la dríada asistente de laboratorio y ellos tendrían bebes medio-árboles-y-un-cuarto-de agua, y nadie sabría completamente qué serían, pero ellos serían hermosos. Y yo les serviría papas a la francesa cuando vinieran a casa a visitarme.

Jack me miró, con exagerada confusión oscureciendo su rostro.

—No la conozco.

—Oh, de veras. —La señorita Lynn estaba tratando de no sonar divertida pero podía escuchar el júbilo en su voz. De esta manera era mucho mejor que marcarme como atrasada.

—No. Vine aquí para verte. No creía los rumores, pero después de escucharlos en tantos continentes tenía que venir y verlo por mí mismo.

—¿Ver qué?

Sus ojos ampliados con adulación, su voz cargada de un tono reverente.

—Si era verda que Helena de Troya, mejor dicho, Aphrodita mísma había reencarnado en la forma de una profesora de gimnasia.

La habitación completamente en silencio. Excepto por la mandíbula de la Viciosa Pelirroja cayendo al piso con un pequeño 
plink. O tal vez me imaginé eso. Y luego la clase hizo la peor cosa posible: Empezaron a reírse. La señorita Lynn iba a asesinarme.

Jack cayó sobre sus rodillas sobre el banco, sus ojos se revirtieron con éxtasis mientras él apretaba las dos manos contra su corazón.

—¡Oh, cielos, haber visto tanta belleza con mi spropios ojos! Es más de lo que he esperado alguna vez. Pero ¿cómo puedo vivir ahora, sabiendo que no eres mía?. Por favor. —Se arrastró hasta el borde del banco—, Cásate conmigo. Mejor dicho, el matrimonio nos costará preciosos momentos juntos. Déjanos hacer el dulce, apasionado amor justo aquí. Déjame producir tus hijos.

El gruñido primitivo indicaba que la señorita Lynn estaba terminanro su sobresalto y siendo en consecuencia tomada la palabra. Embistió hacia adelante; Jack hábilemente rodó fuera del banco, saltando fuera de su alcance.

—¡Dios mío! No esperaba que te entusiasmaras sobre mis avances. Si no fuera difícil de conseguir, cómo sabré si alguna vez me respetas o no?

Otro gruñido, este sonando como "
¡tú! " O tal vez, "¡Huy!" porque eso seguramente es cómo se sentía sobre este cambio. Todo el mundo paró de reir y miró, con amplios ojos de horror, inseguras de si permanecer a distancia ellas mismas de el inevitable resultado. La posibilidad que enteramente envolvía al desmembramiento de Jack.

No sabía a raíz de quién.

Esquivando otro agarre, Jack usó el banco como un punto de iniciación, rebotando e impulsándose hacia la parte superior de la fila de casilleros. Si yo no hubiera sabido con seguridad que él era humano, habría esperado algo paranormal detrás de sus acrobacias. Él tenía un futuro en los Juegos Olímpicos, siempre que la señorita Lynn no lo asesinara.

—¿Y qué sobre cómo me llamo? Te haremos almuerzo.

Él sopló un beso hacia el rostro cada vez más morado de la señorita Lynn y saltó sobre la siguiente fila. Me di cuenta de un pequeño parpadeo de luz.

El pánico brotó hasta mi pecho, pero la clase entera se había reunido allí. Ya nadie más miraba.

La señorita Lynn me empujó pasando junto a mí, corriendo al bloque de salida.

—¡Protejan la puerta del gimnasio! —gritó, sus ojos bizqueando cuando tomó su posición y esperó.

Y esperó.

Y esperó.

Pero Jack se había ido hace ya un tiempo, habiendo eludido a la señorita Lynn y cualquiera de sus repercuciones por sus acciones idiotas.

Ella fijó sus pequeños y brillantes ojos negros sobre mí, y mi estómago se hundió con el conocimiento de que yo no tendría tanta suerte.

Muchas gracias, Raquel.

Fin del Capítulo.

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