jueves, 6 de octubre de 2011

capitulo 11- supernaturally



Capítulo 11

Viejos fantasmas

Traducción SOS por Makilith Vivaldi


Grité mientras el pequeño rectángulo sosteniendo la puerta de mi habitación, mi vida, se cerraba, dejándome en la oscuridad, tan densa y completa que podía sentirla en mi piel.

-Whoa, calma…-

Me di la vuelta, golpeando de lleno la palma de mi mano contra el pecho de, Jack. De nuevo. En serio, una de estas veces lo iba a matar por accidente. O a propósito. Y no lo iba a lamentar.

-¿Qué está mal contigo? ¡Suéltame!-

Él arqueó las cejas y aflojó su agarre en mi muñeca.

-¿De verdad? Está bien, si insistes.-

Si él me dejaba ir, estaría perdida en esta oscuridad. Sola. Para siempre. Lo único que podías ver en los Senderos era la persona con la que estabas, no había nada más ahí. No había querido usar los Senderos de las Hadas nunca más, y ahora que estaba aquí el temor familiar llenó mi cuerpo entero. Agarré su brazo con mi mano libre.

-¡Detente! ¿Por qué me tomaste de esa manera? ¿Aterrorizarme en la escuela no era suficiente?-

Él se encogió de hombros.

-Raquel me dijo que te llevara a las ocho.-

-¡Se llama tocar la puerta, imbécil!-

-Sé que hago que parezca fácil, pero crear puertas entre los reinos no es precisamente sencillo. Tirando de ti a través de ellas era más fácil que venir para una amable conversación y tal vez un poco de té, para cuando llegáramos a ese punto tendría que haber hecho otra puerta. No sabía que ibas a gritar como una niñita.-

-No grité como una niñita.-

Mostrando sus hoyuelos, tomó una gran bocanada de aire y estalló en un ensordecedor, y decididamente, grito de niña.

-De esta manera. Sólo que con ojos más locos y agitándote más.-

-Cállate.-

-Con gusto. Vamos a llegar tarde.- Deslizó su mano de mi muñeca a mi mano y comenzó a caminar. –Por el cielo y el infierno, tus manos están frías.-

Nunca pensé que prefiriera el silencio absoluto de estos Senderos sobre cualquier cosa, pero tenía que ser mejor que escuchar a este idiota. Y no necesitaba ningún recordatorio de que mis manos estaban frías. Frías, mortales, manos que estaban muriendo.

-¿Podemos no hablar?-

-Pero si eres una conversadora encantadora. Sin embargo, si prefieres simplemente disfrutar de la gloria de mi compañía, lo entiendo. Probablemente estás abrumada por sostener mi mano y quieres disfrutar del momento.-

Rodé los ojos.

-Es todo lo que puedo hacer para no desmayarme, pero trataré de contenerme.-
-Creo que desmayarse está altamente subestimado. Podrías traerlo de vuelta a estar de moda.-

Giré mi cabeza para mirarlo en lugar de enfocarme en la oscuridad negra como tinta que nos rodeaba. Era como si las personas existieran fuera de los Senderos y nada más. Jack y yo éramos los dos únicos seres vivos, por todo lo que podrías decir. Que pensamiento tan horrible.

-¿De dónde diablos has venido?- le pregunté.

Él sonrió, pero había una extraña tensión en su rostro.

-Contarte esa historia requeriría hablar, lo que me parece recordarte pediste que no pasara. ¡Y aquí estamos!- Con un ademán, hizo un gesto con la mano, hacia la nada.
Lo observé expectante. No pasó nada.

-¿No puedes sentirlo?- preguntó, entrecerrando los ojos.

-¿Sentir qué?-

-Vamos. Has pasado por aquí tanto como yo lo he hecho. ¿Nunca trataste de averiguarlo?-
Cometí el error de mirar mis pies de pie sobre el vacío, y ahora de alguna manera quería vomitar.

-¿Podemos por favor salir de aquí?-

-Honestamente, Evie, no sabes cómo divertirte ¿cierto?-

Abrió la palma de su mano, y sus ojos se entrecerraron en concentración. La oscuridad ondulaba, con luz rasgando a través de ella, iluminando hacia la nada mientras una puerta se formaba, abriéndose hacia un pasillo blanco dolorosamente familiar.

-Hogar, dulce hogar- Jack gorjeó, tirándome hacia delante con él. La puerta se cerró detrás de nosotros.

Sentí como si hubiera entrado en un sueño. Cuando dejé esto atrás, permití a una parte de mí, creer que dejó de existir. El zumbido de las luces fluorescentes sobre nuestras cabezas reafirmaba el hecho de que lo único diferente ahí, era yo.

Ambos nos giramos y miramos a lo largo de la sala. Una mujer que no conocía, vestida en un traje a rayas, pasó corriendo junto a nosotros, gritando a muerte y espantando el aire alrededor de su cabeza.

Suspiré. –Síp, hogar dulce hogar lo cubre.-

Miré de nuevo hacia el pasillo, mi atención atraída por el suave golpeteo de unos apreciales zapatos de tacón. Esta vez, la mujer en un traje no estaba loca, o al menos, no del tipo que corre por todas partes gritando.

-Evie.- Raquel dijo, frunciendo los labios para evitar sonreír.

Otro grito hizo eco, alcancé a ver a alguien corriendo a través de uno de los pasillos. Se parecía sospechosamente a Bud, mi rudo y firme ex-maestro de defensa personal.-

-Me voy por unos meses y este entero lugar se hace pedazos.-

Raquel negó con la cabeza, disparando una mirada de fastidio en la dirección de donde los gritos continuaban.

-Bueno, ya que estás a tiempo, ¿por qué no te muestro el área del problema?-

-Suena bien para mí.- Estar aquí era como un déjà vu. Cuanto más rápido resolviera su problema, más pronto podría salir y perder el control en privado.

-De nada.- Jack hizo un gesto con la mano alegremente, comenzando a correr, haciendo varias piruetas en el aire a lo largo del pasillo.

Me volví hacia Raquel.- Creo que él está roto.-

Ella lanzó un suspiro de “no lo sé”. –El pasado de Jack no es algo que contribuya a su estabilidad. Pero es un buen chico.-

Él estuvo a punto de destripar a mi profesor de gimnasia. Un buen chico no es lo que era.

Más gritos resonaron a través del pasillo.

-¿En serio, qué está pasando aquí?-

-Es el poltergeist. Al parecer, hemos encontrado su ubicación actual.-

-Hurra.-

-Si podemos hacernos cargo de este pequeño problema, estoy segura de que los demás problemas serán fáciles de abordar. No sólo es casi imposible de mantener funcionando a los empleados, importantes archivos siguen desapareciendo.-

La seguí por el pasillo, tratando de no pensar en todas las veces en que me volví salvaje aquí. Este ya no era mi hogar. Estaba aquí para trabajar. Un trabajo. Podía ser profesionalmente independiente. Siempre y cuando no tengamos que ir a…
La Central de Proceso. Raquel se detuvo justo en frente de las puertas corredizas. Por supuesto. Porque posiblemente nada podía ser fácil esta noche.

-¿Aquí?- Le pregunté, sabiendo ya la respuesta. De todos los lugares en la Central, el poltergeist tuvo que establecer su residencia aquí. Cerré mis ojos, imaginando su acuario como había sido, con agua azul y verde, peces tropicales, arrecifes corales; con la feliz, divertida y capaz Lish en medio de todo, entre las computadoras funcionando y diciendo 
bleep.
No importa cuán duro trate de aferrarme a esa imagen, lo único que podía recordar era el agujero irregular en el vidrio, el cuerpo sin vida de Lish brillando en las luces mientras yacía en el fondo de la piscina.

Abrí mis ojos, dándome cuenta de que Raquel había estado hablando desde hace tiempo.
-… entiendes por qué no puedo entrar contigo.-

Fruncí el ceño.

-Uh, seguro.- Levanté mi mano hacia el lector de palmas y… nada pasó. El más extraño sentimiento de traición y abandono se apoderó de mí. ¿Habían cambiado las cerraduras?
-Lo siento acerca de eso.- Raquel dijo, esperando a que me moviera para poder abrir la puerta con su palma. Se abrió con un siseo, y ella se retiró fuera de la vista.- La dejaré desbloqueada.-

Tomando una profunda respiración, entré. El vacío de la grande, circular y blanca habitación me golpeó como una ráfaga de viento. El acuario se había ido. No había rastro, salvo un débil anillo alrededor del centro del suelo. Era como si Lish nunca hubiese existido. La puerta se cerró detrás de mí, y me deslicé contra el suelo.

Definitivamente no estaba preparada para esto.

Una fría brisa hizo cosquillas en mi nuca. Algo oscuro se lanzó por el borde de mi visión. Volví mi cabeza, pero no había nada.

Las luces parpadearon, y entonces se apagaron, excepto por una tenue bombilla.

-
He estado esperando por ti.- una voz susurró en mi oído.

Un cosquilleo en mi brazo atrajo mi atención hacia la araña negra con reloj de arena color carmesí en el vientre arrastrándose hacia arriba. La última luz murió y un grito de muerte desgarró a través de la habitación mientras se hundía en la oscuridad.
Fin del capítulo.

[*]Poltergeist: es un supuesto fenómeno paranormal que engloba cualquier hecho perceptible, de naturaleza violenta e inexplicable, producido por una entidad o energía imperceptible.

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