martes, 25 de octubre de 2011

capitulo 19-20 supernaturally


Capítulo 19
Un buen momento de rechinado de dientes


Traducido por Ellie


Los trolls me miraban fijamente, esperando una respuesta. Un extraño crujido, como un ruido de rasgado, vino de mi izquierda; no pude identificarlo, hasta que me di cuenta que el gran troll macho junto a mí rechinaba los dientes, cada músculo de su considerablemente musculoso cuerpo estaba tenso.

No era nada bueno.

Sostuve mis manos al frente. —Primero que nada, yo no mato niños. No mato a nadie, si es por eso. ¿Quién creen que soy?

La mujer en el abrigo rojo entrecerró los ojos. —Si no eres la criatura asquerosa, ¿cómo nos viste?

—¿De qué clase de criatura asquerosa estamos hablando aquí? —pregunté, cambiando el tema rápidamente. Mis habilidades no eran algo de lo que quisiera hablar con esta multitud.

—Vampiro —dijo un viejo troll cerca de la puerta, sus labios temblando de rabia.

—Yo definitivamente no soy un estúpido vampiro. —Mi pecho se aligeró considerablemente. Esto sería bastante fácil de demostrar... y de resolver—. Denme un espejo. O agua bendita. ¡Incluso la beberé! —Jadeé cuando alguien tiró agua a un lado de mi cara—. Una pequeña advertencia la próxima vez sería agradable. —Me sequé la mejilla con la manga del abrigo de Jack y miré las expresiones a mi alrededor cambiar de asesinas a confusas.

—¿Quién eres? —preguntó Abrigo Rojo.

No sabía si debería mentir o no, por lo que opté por una combinación. —Estoy con la AICP.

El viejo troll escupió otra vez. Era verdaderamente encantador ese.

Abrigo Rojo le disparó una mirada, entonces se volvió hacia mí. —¿Cómo puedes vernos?

Me encogí de hombros. —Soy talentosa. He sido entrenada para identificar a los paranormales.

—¿Y qué interés tiene la AICP en nosotros?

—Todo lo que quiere la AICP es liberar a los humanos que viven aquí.

Ella sacudió la cabeza, entonces hizo gestos hacia la puerta y dijo algo en su idioma gutural. La mayoría de los trolls, menos Gigantescos Dientes Rechinantes y Viejo Saliva se marcharon. Abrigo Rojo se sentó en un sillón frente a mí, apoyando las manos en su regazo.

—¿Cuál es tu nombre, niña?

—Evie.

—El mío es Birgitta. Ahora que hemos intercambiado nombres, seamos honestas la una con la otra. Esta AICP tuya no sólo desea a los preciosos humanos que nosotros, los trolls desagradables y asesinos, hemos tomado.

Me retorcí bajo su firme mirada. —No sé de qué hablas. —La mentira supo pesada y amarga en mi lengua. Lo sabía todo acerca de las re-locaciones forzadas y las vigilancias. Yo había ayudado a la AICP a identificar a una colonia de trolls antes, y Lish estuvo semanas procesándolos. No estaba segura de a dónde llevaron a los trolls, pero definitivamente no les permitirían quedarse en las casas robadas—. Yo sólo se suponía que debía encontrarlos.

—¿Y qué pasaría si te dijera que no había humanos?

Mis ojos se ampliaron con horror. —¿Qué hicieron con ellos?

Ella miró hacia el techo, su rostro era una imagen de agotamiento. —Nunca hubo ninguno. Les compramos todas estas casas. Hemos vivido según sus reglas, en su mundo. ¿Y ahora debemos mudarnos por haberlo hecho?

—Espera, ¿ustedes no echaron a las personas y tomaron sus cosas? —Después de todo, esa era la clase de cosas que hacían los trolls. Tomaban las casas —a veces pueblos enteros—, manteniendo a las personas ocultas, utilizándolos como sus sirvientes. Y eran notorios ladrones: de alimentos, de oro, de ganado, incluso de bebés. Unos dedos muy hábiles acompañaban a sus colas.

—No son siempre los trolls quienes echan a los humanos de sus casas. Hace poco más de un siglo, vivíamos en islas junto al río. Tuvimos nuestros... desacuerdos con los humanos locales, pero vivíamos separados, y estábamos felices de estarlo. Entonces ellos represaron el río con sus paredes y compuertas, e inundaron la colonia que nosotros habíamos pasado siglos construyendo. Nuestras casas se perdieron, y algunos pidieron venganza. Pero la mayor parte de nosotros estábamos cansados de luchar contra el ataque incansable de los humanos. Decidimos dejar de luchar. Tomamos nuestro oro y compramos nuestro lugar en la sociedad humana.

—¿Entonces todo esto es de ustedes?

Ella levantó el mentón orgullosamente. —¿Por qué crees que esta ciudad prosperó después de construirse las represas? Por el incremento del comercio con nosotros. Tal vez no tengamos la misma habilidad mecánica que ustedes los humanos, pero manejamos casi cada negocio de aquí.

—Así que no están lastimando a nadie en lo absoluto. —Bueno, mierda... Esto hacía las cosas más complicadas. Mucho más complicadas. Si ella decía la verdad —y no tenía razón para mentirme—, entonces la AICP no tenía por qué meterse con ellos. Todo el punto de la AICP era evitar que los paranormales hicieran daño a los humanos, y no lo estaban haciendo. Pero no creía que la AICP lo vería así. Los trolls seguían siendo trolls para ellos.

Froté mi rostro, sintiéndome cansada y con frío y deseando que el mundo fuera en blanco y negro otra vez. —De acuerdo. Yo puedo... no sé. Hagamos de cuenta que nada de esto jamás sucedió.

Viejo Saliva le gruñó algo a Birgitta y ella asintió. —Tú trabajas para la AICP. Tu trabajo es encontrar, pero también proteger a los paranormales, ¿no es así?

—Sí, supongo que podría ser interpretado así. —Si considerabas que “vigilar, retener y controlar” era igual que “proteger”, lo cual era cómo lo veía la AICP.

—Entonces debes ayudarnos. —Lo indicó como un hecho—. Tú ves cosas que nadie más puede ver. Encontrarás al vampiro que nos acecha.

—Yo no quise decir que...

—Encontrarás al paranormal para devolverlo a la AICP y proteger a quienes no hacemos ningún daño. Ese es tu trabajo. —Sus ojos miraban los míos intensamente, suavizándose un poco entonces—. Por favor... nuestros niños, nuestros pequeñostrollbaerns. Tenemos tan pocos, y son más preciosos que cualquier vida que hayamos construido aquí. Ayúdanos.

¿Cómo podría decirle que no? Me puse de pie. —De acuerdo. Vayamos a embolsar a ese vampiro.



Treinta minutos después, yo vagaba por las calles oscuras con Gigantescos Dientes Rechinantes a mi lado. Birgitta me había dicho acerca del vampiro que los acechaba. Los trolls sólo tienen hijos un par de veces cada siglo, y los trollbaerns no aprenden a utilizar los glamoures de invisibilidad hasta varias décadas después, dejándolos vulnerables. Dos de ellos ya habían sido asesinados, y otro había sido lastimado gravemente.

Todo el asunto me hacía sentir enferma del estómago. Estos eran los vampiros que yo conocía. Es por esto que la AICP aún necesitaba estar en el mundo, sin importar lo que Lend pensara.

Los trolls habían puesto una trampa para el vampiro, la cual yo había activado sin querer al seguir a la pequeña niña troll que hacía de carnada. Ahora era mi trabajo el congelarme el trasero y encontrar a su sórdido acechador. Sin embargo, no sabía cómo encontraría a nadie bajo estas circunstancias. El respirar de Dientes Rechinantes era tan fuerte que apenas si podía oír mis propios pasos. Estaba entorpeciendo mi estilo.

—Creo que tendré más suerte si voy yo sola. —Sonreí para que no se lo tomara mal.

Él frunció el entrecejo, su frente casi cubriendo sus ojos demasiado juntos. —No seguro.

—Confía en mí, he estado alrededor por un buen tiempo. Puedo manejar a un vampiro.

—Invisible. —Hizo gestos hacia él mismo. Sacudí mi cabeza. Un vampiro igualmente podría olerlo, lo cual era el por qué ellos no habían tenido suerte en atraparlo.

Mirándome con desconfianza, él vaciló, entonces se giró y volvió en la dirección en la que habíamos venido. Dejé salir un suspiro de alivio. Los trolls de este pueblo quizás eran inofensivos, pero eso no los hacía menos intimidantes.

Con las manos metidas en los bolsillos, mis muslos congelados por andar demasiado tiempo caminando en vaqueros húmedos, vagué por las calles, girando en esquinas al azar. Tenía mucho en lo que pensar. La extraña sensación líquida que seguía sintiendo sobre mí, para empezar. La forma en que la brisa parecía seguirme como un perrito faldero. La prueba de inglés para la cual estaría muy, muy cansada para tomar en la mañana. Lo que le diría a Lend para hacer que todo fuera mejor. Cómo iba a encontrar la manera de volver a casa sin un comunicador. Cuán duro iba a golpear a Jack por haberme abandonado.

Ese último pensamiento me entibió un poco.

Seguía pensando que escuchaba pasos que se hacían eco de los míos, pero por más que miraba alrededor, no había nadie allí. Cuando me había perdido completamente, una suave voz con la insinuación de un acento llegó hasta mí desde una escalinata oscura a mi lado. —Creo que estás en la parte equivocada del pueblo. —Pude oír la sonrisa en su voz.

Me detuve, enfrentándome a él. —No, estoy bastante segura de que estoy en el lugar indicado.

Dio un paso hacia la luz, los ojos blancos brillando levemente bajo su glamour, colmillos descubiertos en una sonrisa placentera.

Síp, exactamente donde debo estar. Prepárate, tipo muerto.


Fin del capítulo

Capítulo 20
Como una Mala Película

Traducido por AndreaN

Todavía sonriendo, el vampiro sacudió su cabeza. —Deberías ser más cuidadosa de donde llegas en esta ciudad, Liebchen. Los monstruos caminan con rostros humanos.

Resoplé. —No me digas. —Esta era la primera vez desde que tenía ocho que había enfrentado a un vampiro sin refuerzos o Tasey. De todos modos, no me iba a echar para atrás ahora. Claro que podía ir a por un vampiro solitario.

Su cabello era oscuro y rizado, más largo de lo que la mayoría de los vampiros usaba, dándole un aire casi artístico. Bueno, menos el cadáver que estaba luciendo debajo del glamour. Puso sus manos en sus bolsillos y se encogió de hombros. —Hay cosas en este mundo que es mejor que no conozcas. Ve a casa y déjale a la noche sus misterios.

—Wow, ¿Muy melodramático? Ustedes los vampiros siempre se toman a sí mismos tanseriamente. —Sus ojos se ampliaron con sorpresa—. Si, se que eres una creatura de la noche. Traedor de muerte, chupador de sangre, necesitado de bronceado, etc, etc. Y extrañamente,
todavía no estoy impresionada.

Él abrió sus ojos. —¿Cómo sabes lo que soy, niña?

¿Qué les pasa a los paranormales que me llaman “niña”? Tendría diecisiete en Diciembre. ¿Qué tal algo como buena “señora” o algo? —Lo sé porque es mi trabajo. También es mi trabajo decirte que toda la cosa de acoso a trolls que has estado haciendo se ha acabado.

Tiró su cabeza hacia atrás y se rió. Sentía que había caminado hacia una cursi película de vampiros. Cuando finalmente termino con su pequeño show de siniestra confianza, se concentro en mis ojos. —Me llevaras de vuelta a los trolls.

Los trucos mentales de los vampiros dependen de su glamour, y con mi buena vista mire derecho sus ojos blancos de cadáver, y el solo lucia tonto. Deje que mi rostro quedara en blanco y asentí lentamente. —Sí. Los trolls. De vuelta. Conmigo. No puedo formar. Oraciones completas. —Sacudí mi cabeza—. Si, definitivamente no va a pasar.

Me considero, molesto y en perdida por que hacer luego. —No mato humanos.

—¡Yo tampoco! Ves, ya tenemos suelo en común.

—Entonces supongo que ambos deberíamos seguir con nuestro camino.

Puse mis manos en mis caderas. —No, no deberíamos. No voy a dejar que asesines a más niños troll.

Suspiro. —Entonces me temo que tendremos que perder nuestro suelo en común. —Mostrando sus colmillos, se apresuro hacia adelante. Tire mi brazo hacia atrás y le di un puñetazo en la cara.

—¡Ow! —gritamos en unísono mientras se agarraba la nariz y yo sacudía mi pobre, pobre mano. ¿Por qué nunca nadie me dijo que dar puñetazos en la cara dolía?

—¡Me pegaste!

—¡Estabas intentando morderme!

Nos miramos el uno al otro, su intensidad de alguna manera disminuida por la mano que todavía sostenía contra la nariz. —¿Así que ahora qué? —pregunto, su suave voz apagada.

—Todavía no he pensado en eso. —No iba a dejar que se fuera, pero no tenía ni las armas ni la inclinación de matarlo. Después de otro tenso minuto, se agacho en el pórtico del porche. Con un pesado suspiro me senté a su lado, envolviendo mis brazos alrededor de mis rodillas en un patético intento de calmar el frio. Se sentía como si las ampollas en mis pies se hubieran acoplado y empezaron a formar pequeñas familias de ampollas. Esta noche apestaba.

Me gire hacia el vampiro. —¿No muerdes humanos, huh?

Se inclino hacia atrás, mirando la noche. —No desde hace mucho tiempo.

—¿Por qué? —Sabia de un montón de vampiros, como Arianna que no bebían sangre humana—pero tampoco bebían sangre de troll. Esta era la primera vez que escuchaba de paranormales siendo objetivos de un chupasangre.

—Porque, Liebchen, recuerdo lo que se sentía tener un latido, un pulso. Recuerdo lo que era no ser un monstruo. Estoy contento de ver a la humanidad girar a mí alrededor, creciendo y envejeciendo y cambiando en maneras que yo nunca hare.

—Bastante justo, pero si eres tan pacifista, ¿Por qué asesinar niños trolls?

Se giro hacia mí, el desgaste que había demostrado mientras hablaba de la humanidad reemplazado por una furia casi palpable. —Porque soy eterno, y la sangre me llama. Me llama en cada lugar al que voy, suplicándome que la tome, paralizándome con la sed. ¿Qué me hizo de este modo? ¿Qué más en el mundo no está tocado por el tiempo? Estas criaturas, y otros como ellos. Si soy un monstruo, jugare mi papel. Pero cazare a mis compañeros monstruo, y algún día, averiguare como corrompieron la vida humana para crear vampiros, y los matare a todos.

Temblé, y no tenía nada que ver con mis ropas húmedas. Cuando Viv estaba en su juega, al menos pensaba que estaba ayudando a los paranormales al liberarlos. Este vampiro—el simplemente los odiaba. Resistí la urgencia de alejarme más de él. —¿Por qué tú tienes que decidir? No es como si los niños troll decidieron estar aquí. Esta fuera de su control, como tú, uh, cambio lo fue. Los estas castigando por ser lo que son. ¿Cómo eso tiene sentido?

Una sonrisa más fría que la noche oscura se propago a través de sus facciones. —He tenido cuatrocientos años para pensar en eso. Eres muy dulce, pero cuando has sido un monstruo por todo el tiempo que yo lo he sido, el “sentido” deja de tener influencia.

Me retorcí, mi trasero yendo a dormir a los escalones de concreto. ¿Por qué me había metido en esto? Mi comunicador todavía estaba en mi abrigo húmedo, el cual estúpidamente había abandonado a la orilla del rio. Tal vez podría noquearlo hasta dejarlo sin sentido y encontrar a Hulking Teeth Gnasher y a los otros trolls. Pero probablemente lo matarían. ¿Pero no se lo merecía más o menos, sin embargo? ¿Acaso pensar eso me hacia justo tan mala como él?

—Debería haberme quedado en casa estudiando —murmure.

Dejo salir una baja risita contenida. —Efectivamente. Parece que estamos en un punto muerto. No voy a detenerme, y tu estas comprometida a detenerme, ¿no?

Me encogí de hombros. —Es mi trabajo. Más o menos.

—Debería contarte un secreto, entonces.

—¿Cuál?

Se inclino hacia mí. —No hueles completamente humana.

Eso lo hizo. El chico vampiro se estaba inclinando. ¿Qué tan difícil podía ser vencer a un cadáver hasta que perdiera el sentido? Me levante, apretando mis manos en puños. —Dime algo que no sepa.

El también se levanto, una cruel sonrisa girando los podridos, disecados restos de su rostro real. —¿Algo que no sepas? Muy bien. He descubierto que la sangre paranormal tiene beneficios añadidos sobre la sangre humana.

Antes de que pudiera moverme, se inclino y agarro mi muñeca. Intente retirarla, pero no pude romper su demasiado-fuete agarre.

Oh, bleep.

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