martes, 18 de octubre de 2011


Capítulo 15
Sueños vírgenes


Traducción SOS por Makilith Vivaldi


Sacudí mi cabeza con incredulidad hacia la criatura de pie en medio de un moteado prado iluminado por el sol, mirándome con sus tristes ojos marrones. Mi posesión más preciada de la infancia (por crecer en hogares de acogida, no tenía muchos) había sido uno de esos carteles de has-lo-que-sientas que coloreé yo misma: era una cría de unicornio frente a un arcoíris y una cascada. Le había dado una melena multicolor pero mantuve el pelo de un blanco inmaculado, como todos los unicornios deberían ser. A menudo soñaba despierta, más de lo que era saludable, que de alguna manera había sido transportada dentro de esa aterciopelada fantasía, con mi unicornio, y juntos viajábamos a un hogar detrás del arcoíris, felices y fuertes, y nunca estaríamos solos de nuevo. El unicornio era poder y magia, la belleza encarnada.

Aparentemente este unicornio no había recibido el memo. Era feo. Como, verdaderamente feo. Su pelo tenía manchas marrones y grises, un sucio cuerno, era achaparrado y su melena era un lío enmarañado. Se parecía más a una cabra que a cualquier cosa, con una pequeña y sucia barba y pupilas cuadradas.

¿Oh, y el hedor? Los zorrillos no tienen nada que ver con los Unicornios.

La horrible cosa seguía tratando de acariciarme con el hocico mientras hacía mi mejor esfuerzo por esquivarlo. Tanto por las dramáticas imágenes de caballeros en sementales unicornios, también. Esta criatura no podría llevar a un niño, y mucho menos a un hombre con una armadura. Su cabeza apenas y me llega al pecho, lo que le añadía un nuevo nivel de malestar a sus continuos intentos de acariciarme.

Jack colgaba boca debajo de una rama de uno de los árboles de los alrededores. No podría reconocer dónde estamos, pero era lo suficientemente cálido que mi abrigo era incómodo, y el sol se filtraba a través de las hojas en una neblina verde y dorada. En realidad, el prado era casi mágico, si el bleeping unicornio no estuviera arruinando el idílico entorno.

Jack se rió ante mis intentos de evitar ser tocada por una bestia mítica.

— Al parecer, eres virgen.

— ¡Cállate! ¡Como si fuera de tu incumbencia!

Se encogió de hombros, el movimiento fue menos eficaz de cabeza. — Los unicornios aman a las doncellas. ¿No has hecho ninguna investigación en absoluto?

— ¿Qué, tú sí?

Saltó de la rama, sorprendiendo tanto al unicornio que huyó del prado. Gracias al Cielo. — ¿De los archivadores de hierro del Centro? No es realmente un problema si puedes abrir una puerta a través de cualquier pared y no ser un hada.

— ¿Entonces qué, lees archivos secretos?

— Entre otras cosas. Alguien realmente debería decirle a Raquel que se modernice. El papel es tan medieval. Ahora. —Me tendió su codo en un gesto falsamente caballeroso. — ¿Qué tal si vamos y tenemos algo de verdadera diversión?

— ¿Qué? ¿Destrozar la única fantasía que me quedaba no fue suficiente? —Las hadas no tenían alas y lidiaban con el mal, los duendes eran sucios, salvajes y tendían a morder, y las sirenas no tenían una gloriosa cabellera ni sujetadores de conchas. Ahora, esto era sobre los unicornios. A veces la realidad apestaba.

— Siempre puedes perseguir al unicornio si lo deseas. Llevarlo a dar un paseo.

Me estremecí al sólo pensarlo y me senté, apoyando la espalda contra el árbol y desabroché mi abrigo. — No, gracias. Pero quedémonos aquí por un rato. Hace calor.
Jack se dejó caer junto a mí, acostándose con las manos detrás de su cabeza.

— Siempre puedo encontrar calor.

— Eso debe ser agradable.

Él se rió. — Es muy útil.

— ¿Dónde estamos, exactamente?

—En alguna especie de conserva sobrenatural para animales salvajes paranormales que estaban en peligro de extinción. Los unicornios son los más comunes. Apestosos, también.

— No bromees. Así que, ¿qué otros secretos sabes?

— Si te dijera, arruinaría toda la diversión. Me gusta sorprender a las personas. — A pesar de su rostro inocente, algo en su expresión me puso nerviosa. Yo estaba a punto de reventar con secretos, y reconocí la misma cosa en Jack.

— Por favor, no me digas que nuestro próximo viaje nos llevará con pie grande.

— Nah, de acuerdo con las cosas de Raquel, se extinguieron cerca de a finales del siglo.

— ¿Qué siglo?

Frunció el ceño. — Buena pregunta. Lástima que no puedo pedirle una aclaración, considerando que se supone no debo saberlo.

Me desplacé hacia mi espalda para sentirme más cómoda y cerré los ojos, tratando de disfrutar bajo el sol.

— ¿Vienes seguido por aquí?

— A veces.

— ¿A dónde vas cuando no estás en el Centro?

— A mi hogar.

— ¿Dónde está eso?

Suspiró. — ¿No es esa la cuestión? ¿Dónde está tu hogar[1]

— Umm, ¿La habitación donde pareces tener la costumbre de romper las reglas?

— No, piensa en eso. Cuando digo “hogar” ¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza?

Fruncí el ceño ante las imágenes revoloteando detrás de mis párpados. Solía ser el Centro, pero mi reciente visita había borrado cualquier persistente sensación de estar en casa que podría haber sentido ahí. Mi armario rosa en mi dormitorio se sentía más como un marcador de posición, un lugar dónde me estaba quedando antes de irme a otro lugar. La casa de Lend se sentía como un hogar. Pero no el mío.

— Honestamente no lo sé. En ningún lugar realmente.

— Algo que tenemos en común, entonces, además del más perfecto color de cabello en el mundo. Ambos fuimos criados por nadie y vivimos en ningún lugar.

Me retorcí, abriendo los ojos. Él tenía un punto, pero no uno que me gustara en especial. Yo estaba conectada con las personas, a los lugares ¿No? Había algo en lo que estaba relacionada a Jack, aunque, en un nivel que no entendía muy bien. En algunas veces, cuando él no estaba siendo un idiota, tenía este tipo de… desesperación. Como si estuviera tratando de encontrar algo, pero aún no sabía lo que era. Era una sensación que conocía muy bien. Vivian lo entendía, también. Lend nunca pudo hacerlo. Pero estar con Lend hacía desaparecer ese sentimiento, como si la cuestión desconocida no fuera tan importante como solía ser, y tal vez, algún día no sería una cuestión en absoluto.

Jack aún no había respondido a ninguna de mis preguntas actuales, sin embargo. — Pero, ¿qué hacías antes de comenzar a trabajar para la AIPC?

— Sobrevivir.

Tomé un puñado de césped y se lo lancé. — ¿Qué tal una verdadera respuesta?

Él sonrió. — Soy de Oregon, al menos eso es lo que creo recordar. Pero, por desgracia, no vale la pena ser un niño hermoso cuando hadas perdidas deambulan por la ciudad. Ahora soy parte de esa oscura fantasía, la belleza y el terror eternamente unidos, blah, blah, blah.

Le fruncí el ceño, perpleja.

— Hey, ellos necesitan entretenimiento y esclavos, incluso en los Reinos de las Hadas.

— Espera, tú… ¿tú vives en los Reinos de las Hadas?

— Por ahora.

Eso no era posible. Las hadas tenían la horrible costumbre de secuestrar mortales y llevarlos a sus Reinos. Era un viaje sólo de ida. Una vez que eras llevado allí y probabas la comida de las hadas, nunca podrías volver. Incluso si de alguna manera encontraras un hada dispuesto a llevarte de vuelta a la Tierra, la comida humana nunca te satisfaría, y la consumirías para nada. Ah, eso explica que Jack escupiera la manzana en la casa de Lend.

— ¿Así que las hadas te criaron?

Él ladró una carcajada. — Yo no lo llamaría así, no.

Vivian había sido criada por hadas, pero hasta donde yo sabía, nunca la llevaron a los Reinos. Hablaba de eso a veces, de cómo las hadas la llevaban a donde querían ir sin ningún interés sobre cómo ella se sentía. Una vez, casi se congeló de muerte porque decidieron tener una reunión en un glaciar. Unos cuidadores excelentes, esas hadas.

Sólo he estado en los Reinos un par de veces, en ambas cuando Reth me obligó, y era tan extraño y ajeno, que no me podría imaginar crecer ahí. Cómo Jack podía navegar en ambos mundos, incluso sobrevivir en los Reinos de las Hadas, estaba fuera de mi alcance. ¿Fue criado por un hada en específico? Tal vez estaba en algún tipo de contrato de empleados de hadas, como yo lo estaba para la AIPC, y le enseñaron a usar los Senderos.

Saber más sobre Jack sólo lo hizo un enigma más grande.

— ¿Pero cómo? Quiero decir, lo siento, pero un montón de personas son secuestradas y llevadas a los Reinos, y nunca he oído hablar de ellos regresando. ¿Cómo lo haces? ¿Ellos te enseñaron?

— Vivir ahí, bueno, te cambia. Y además, si eres constantemente dejado en lugares por ti mismo sin manera de salir de los Reinos, a menos que a un hada se le ocurra ir por ti y encontrarte, lo que a veces toma un largo tiempo, mientras tanto comienzas a establecerte un poco ¿no? Es increíble lo que uno puede aprender si significa no morirse de hambre. Las hadas no son tan místicas como ellos quieren que pienses. Te enseñaré algunos trucos uno de estos días.

Apoyé mi cabeza contra el tronco del árbol.

— Yo paso, gracias. Ya he tenido suficiente de las hadas para toda la vida. Bastante, en realidad.

El estómago de Jack gruñó ruidosamente. — Necesito comida.

— Tengo cambio de turno en el restaurante esta noche. Probablemente podría conseguirte una cena gratis. — Las palabras salieron de mi boca antes de que me diera cuenta de que eso significaría llevar a Jack, de mi trabajo secreto, a mi trabajo real. No es una buena idea. Además de la cual, no estaba segura de cuánto lo quería en mi vida, de todos modos.

Estaba esa conexión que teníamos, sí, pero me ponía más incómoda que cualquier otra cosa. Sentía en Jack tantas de las cosas que no me gustaban de mí, las mentiras, la evasión, el egoísmo. Aunque él parecía completamente a gusto con esos rasgos.

— Sí. — dijo. —Y probablemente podría vomitar los podridos alimentos sobre ti. Vivo en el reino de las hadas ¿recuerdas?

Hice una mueca. — Oh, duh. Lo siento.

— Iré a tomar algo rápido ¿Quieres venir conmigo?

— No hay una pizca en mí que tenga algún deseo de lo que sea para poner un pie en los Reinos de las Hadas nunca más.

— Aburrido. Pronto estaré de regreso entonces. — Se puso de pie de un salto y se fue antes de que tuviera la oportunidad de decirle que me dejara en el restaurante primero.

Miré con cautela alrededor del prado, con la esperanza de que el unicornio mantuviera sus problemas de espacio personal muy, muy lejos de mí. Relativamente segura de que la parte doncella de mí estaba a salvo, cerré los ojos. Tal vez Jack no era tan malo después de todo. Dejando los sentimientos extraños a un lado, esta tarde había sido muy divertida. Él parecía estar bien divertido también. Me gustó eso.

Conseguí una siesta decente antes de que Jack volviera.

— Entonces ¿qué deberíamos hacer ahora? — Preguntó positivamente, zumbando de energía con el estómago lleno.

— Ahora — Le dije, frotando mi cuello donde se había entumecido a causa de mi posición — Debes llevarme de regreso para poder trabajar mi turno en el restaurante.

— ¿Quién se preocupa por el restaurante? Cualquiera puede mover los platos alrededor y estar malhumorado con los clientes. ¿Qué tal si encontramos algunos dragones? ¿O escupimos desde lo más alto del edificio del Empire State? ¡Oh! O tiene que haber un estreno de una película en alguna parte en la que podamos caer.

— Oh, cállate. Tengo que trabajar.

— ¿Por qué?

Me encogí de hombros, extendiendo mi mano. — Es parte de mi vida.

— Una vez más pregunto, ¿por qué?

Porque no podía admitir que tenía otra fuente de ingresos y que ya no necesitaba ese trabajo. Porque tenía que mantener las apariencias sobre que la AIPC no era de nuevo parte de mi vida. Porque sentía que se lo debía a David por haberme aceptado.

— Porque sí. Vamos.

— Admítelo. Te gusta vestir esos uniformes sin estilo.

Me reí, golpeando su hombro. — Nada es más caliente que las vacas. Pero, espera, ¿cuándo me has visto en uniforme?

Levantó su mano libro mientras se concentraba en la apertura de una puerta en un ancho árbol. Tenía una habilidad para no responder las preguntas. Una puerta apareció y nos presionamos a través de ella. Jack siempre necesitaba una superficie para abrir las puertas, pero había visto antes a Reth abrir puertas en medio del aire. Me pregunté si eso era más difícil.

— Acelera el ritmo, Evie. Si queremos que llegues a trabajar a tiempo tenemos quemoveeeernos más rápido. [2]

Me quejé, riendo. — Ese tiene que ser el peor juego de palabras que he escuchado en mi vida. — Todavía estaba riendo cuando Jack abrió una puerta y salimos a mi habitación, casi chocando con Lend, cuyos ojos se posaron en la puerta de las hadas, en Jack, y en nuestras manos unidas en un solo recorrido.

Bleep.

Fin del capítulo.

[1] Creo que se refiere a dónde se siente en casa, no en dónde vive.
[2] En el original dice, mooove faster, haciendo alusión a el sonido que hace una vaca, que es como el uniforme del trabajo de Evie.

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