lunes, 30 de mayo de 2011

capitulo 32


Damon no tenia la intención de ser un… un bastardo —Bonnie dijo explosivamente. —. Él está simplemente… a menudo él tiene la impresión de que tres de nosotros están en su contra… y… y…

Pues bien, ¿quién inició eso? Incluso de regreso montando a los thurgs —Stefan dijo.

—Yo sé, pero hay algo distinto —dijo Bonnie humildemente. —, ya que es sólo nieve y roca y hielo… él es… no sé. Él es totalmente mesquino. Algo está mal.

—Él está hambriento —Elena dijo, afectada por una repentina comprensión. Desde los thurgs no ha habido nada que los dos vampiros cacen. No podrían existir como zorros, por encima de insectos y ratones. Por supuesto que Sra. Ulma había provisto bastante Magia Negra para ellos, la única cosa que incluso se parecía a un substituto para sangre. Pero su suministro estaba menguando, y por supuesto, tuvieron que pensar acerca del viaje de regreso, también.

Repentinamente Elena supo qué hacía bien.

—Stefan —ella se quejó, jalándole hasta un rincón en la piedra escarpada de la entrada de la caverna. Ella apartó con la mano su capucha y desenrolló su bufanda lo suficiente como para exponer un lado de su cuello. —, no me hagas decir “por favor” demasiadas veces —ella murmuró al oído de él. —. No puedo esperar por mucho tiempo.

Stefan miró directamente a sus ojos, vio que estaba sería -y decidida- y besó una de sus manos enguantadas.

—Esto ha sido lo suficientemente largo ahora, pienso… no, estoy seguro, o incluso nunca intentaría esto. —él susurró. Elena inclinó su cabeza para atrás. Stefan estaba en medio de ella y el viento y ella estaba casi caliente. Ella sintió al inicio poco dolor y entonces Stefan estaba bebiendo y sus mentes se deslizaban juntas como dos gotas de lluvia en una vidriera.

Él tomó muy poca sangre. Justo la adecuada cantidad para marcar la diferencia en sus ojos entre piscinas verdes calmas y brillantes, corrientes efervescentes.

Pero entonces su mirada se quedo inmóvil otra vez. —Damon… —él dijo, e hicieron una pausa torpemente.

¿Qué podría decir Elena? ¿Acabo de cortar toda relación con él? Estaban supuestos a ayudar uno a otro por estas pruebas; para mostrar su ingenio y su coraje. Si ella se rehusara, ¿fallaría otra vez?

—Envíale rápido entonces —ella dijo. —, antes de que cambie de idea.

Cinco minutos más tarde Elena fue otra vez a doblarse en el rincón pequeño, mientras Damon volteó su cabeza de acá para allá con precisión desapasionada, entonces repentinamente se arrojó hacia adelante y hundió sus colmillos en una vena prominente. Elena sintió como los ojos se le fueron ampliando.

Un poco de comida que lastimó tanto… bueno, ella no lo había experimentado desde los días cuando ella había sido estúpida y no preparada y había peleado con toda su fuerza para liberarse.

Por lo que respecta a la mente de Damon hubo una pared acerada. Desde que ella tuvo que hacer esto, ella había estado esperando ver al niñito que vivió en el alma íntima de Damon, el que fue el guardián renuente respecto a todos sus secretos, pero ella incluso no pudo fundir un poco el acero.

Luego de un minuto o dos, Stefan jaló a Damon fuera de ella -no gentilmente. Damon se marchó con aire taciturno, limpiándose la boca.

—¿Estás bien? —Bonnie preguntó en un susurro preocupado, cuando Elena registró en el botiquín de Sra. Ulma por un pedazo de gasa para restañar las heridas no sanadas en su cuello.

—He estado mejor. —Elena dijo brevemente, cuando se abrigó con su bufanda otra vez.

Bonnie suspiró. —Meredith es quien realmente tiene un sitio aquí. —ella dijo.

—Sí, pero Meredith realmente tiene un sitio en Fell’s Church, también. Sólo espero que puedan resistir lo suficiente para que nosotros regresemos.

—Sólo espero que podamos regresar con algo que los ayudará. —Bonnie susurró.

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Meredith y Matt pasaron el tiempo desde las 2:00 A.M. hasta el amanecer vertiendo gotas infinitesimales de bola de estrellas de Misao en las calles del pueblo, y pidiéndole al Poder para -en cierta forma- ayudarles en la lucha en contra de Shinichi. Este movimiento enérgico de un lugar para otro lugar también había producido un bono sorprendente: Niños. No los niños locos. Los normales, aterrados de sus hermanos y hermanas o de sus padres, no atreviéndose a ir a casa por las cosas muy feas que habían visto allí. Meredith y Matt los habían apretujado dentro del SUV de segunda mano de la madre de Matt y se los habían traído a la casa de Matt.

Al fin, tuvieron más que treinta niños, de edades de cinco a dieciséis años, excesivamente asustados para jugar, o hablar, o incluso para pedir cualquier cosa. Pero habían comido todo lo que la Sra. Flowers podría encontrar que no estaba dañado en el refrigerador y la despensa de Matt, y en las despensas de las casas desiertas en ambos lados de los Honeycutts.

Matt, observando una niña de diez años de edad apretujando pan blanco corriente dentro de su boca con un hambre lobuna, lágrimas bajaban corriendo por su cara mugrienta mientras ella masticaba y tragaba, dijo quedamente a Meredith. —¿piensas que tenemos algunos dobles aquí dentro?

—Habría puesto mis manos en el fuego por eso —Ella contestó lo mismo que quedamente. —¿Pero nosotros qué vamos a hacer? Cole no sabe nada útil. Sólo tendremos que rezar que los niños de los que se posesionó puedan ayudarnos cuando los dobles de Shinichi ataquen.

—Pienso, la mejor opción cuándo confrontemos a los niños poseídos que pueden tener armas es correr.

Meredith asintió con la cabeza distraídamente, pero Matt notó que ella llevaba el pentagrama a todas partes con ella ahora. —He ideado una pequeña prueba para ellos. Voy a darle una bofetada cada uno con un post-it, y ver lo qué ocurre. Los niños que han hecho cosas que lamentan pueden quedarse histéricos, los niños que están ya justamente aterrorizados pueden recibir algún confort, y los dobles o atacarán o correrán.

—Esto lo tengo que ver.

La prueba de Meredith atrajo con engaños afuera sólo dos dobles en toda la multitud, un niño de trece años de edad y una chica de quince años de edad. Cada uno de ellos gritó y salió rápidamente a través de la casa, gritando salvajemente. Matt no los podía detener. Cuando estuvo por todos lados y mientras chicas mayores estaban reconfortando a los menores, Matt y Meredith terminaron de tapar con tablas las ventanas y engomar amuletos entre los tablones. Pasaron la tarde tanteando el terreno por comida, cuestionando los niños acerca de Shinichi y ayudando a la Sra. Flowers a tratar lesiones. Intentaron mantener a una persona en guardia en todo momento, pero desde entonces habían estado levantados y en movimiento desde 1:30 A.M. estaban todos cansadísimos.

A un cuarto para las once Meredith llegó a Matt, quien estaba limpiando los rayones de un rubio de ocho años de edad. —Bueno —ella dijo quedamente. —, voy a tomar mi coche e iré a conseguir los nuevos amuletos que la Sra. Saitou dijo que habría hecho a estas horas. ¿Te importa si llevo Saber?

Matt negó con la cabeza. —No, yo lo haré. Conozco a los Saitous mejor, de cualquier manera.

Meredith dio qué, en una persona menos refinada, podría haber sido llamado un bufido. —Los conozco bastante bien para decir, discúlpeme, Inari-Obaasan; Disculpe, Orime-San; somos los buscapleitos que se mantienen pidiendo enormes cantidades de amuletos antinocivos, pero no ponen atención a eso, ¿verdad?

Matt sonrió débilmente, dejó al de ocho años de edad ir, y dijo. —Pues Bien, ellos podrían poner menos atención a eso si entendieras correctamente sus nombres. “Obaasan” quiere decir “abuelita” ¿correcto?

—Sí, por supuesto.

—Y “san” es simplemente un chunche que pones al final de un nombre para ser atento.

Meredith asintió con la cabeza, adicionando: —Y “un chunche en el fin” es llamado un sufijo honorífico.

—Bravo, bravo, excepto por todas tus grandes palabras tú has puesto sus nombres equivocados. Es Orime-Abuelita y Orime-Isobel -madre. Así es que Orime-Obaasan y Orime-san, también.

Meredith suspiró: Mira Matt,
Bonnie y yo los conocimos primero. La abuelita se presentó como Inari. Ahora sé que ella es un poco loca, pero ella ciertamente sabría su nombre, ¿correcto?

—Y ella presentó su propio tomo y no dijo sólo que ella fuera nombrada Orime, sino que su hija fue dada el nombre por ella. Discute a tu manera a fondo de aquello.

—Matt ¿iré por mi computadora portátil? Está en la sala de la pensión…

Matt le dio a una breve risa aguda -casi un sollozo. Él esperó asegurarse de que la Sra. Flowers no estuviera por ahí y entonces siseó. —Está en algún lado abajo en el centro de la tierra, tal vez. No hay una sala más ya.

Por un momento Meredith se vio simplemente horrorizada, pero entonces ella frunció el ceño. Matt centelló misteriosamente. No ayudó a pensar que ellos eran los dos más improbables de su grupo para que riñeran. Aquí estaban, y Matt prácticamente podría ver las chispas volando. —Está bien —Meredith dijo finalmente. —, sólo iré por allí y pediré a Orime-Obaasan, y entonces les diré que fue toda tu falla cuando se rían.

Matt negó con la cabeza. —Nadie va a reírse, porque vas a hacerlo bien justamente de ese modo.

—Mira, Matt —Meredith dijo. —, he estado leyendo tanto en la Internet que incluso sé el nombre Inari. Me lo he encontrado en alguna parte. Y estoy segura habría hecho… hecho la conexión… —su voz se desvaneció. Cuando Matt descendió sus ojos del cielo raso, empezó. La cara de Meredith era blanca y estaba respirando rápidamente.

—Inari —ella susurró. —… yo sé ese nombre, pero —Repentinamente ella agarró la muñeca de Matt tan duro que lastimó. —… ¿Está tu computadora absolutamente muerta?

—Fue cuando la electricidad se cortó. A esta hora hasta el generador se ha ido.

—Pero tienes un celular que se conecta a la Internet, ¿cierto?

La urgencia en su voz hizo a Matt, a su vez, tomarla en serio. —Seguro —él dijo. —. Pero la batería se ha acabado por al menos un día. Sin electricidad no lo puedo recargar. Y mi mamá tomó el suyo. Ella no puede vivir sin eso. Stefan y Elena han debido dejar sus cosas en la pensión… —él negó con la cabeza para la expresión esperanzadora de Meredith y susurró: —O, debería decir, donde la pensión solía estar.

—¡Pero tenemos que encontrar un celular o computadora que trabaje! ¡Tenemos que! ¡Necesito que eso funcione por solamente un minuto! —Meredith dijo frenéticamente, librándose de él y comenzando a caminar lentamente como si intentara superar algún récord mundial.

Matt estaba fijando la mirada en ella con desconcierto. —¿Pero por qué?

—Porque tenemos que. ¡Lo necesito, incluso solamente por un minuto!

Matt sólo la podía contemplar, perplejo. Finalmente dijo: —Supongo que le podemos preguntar a los niños.

—¡Los niños! ¡Uno de ellos tiene que tener un celular vivo! Vamos, Matt, tenemos que hablar con ellos
ahora mismo —Ella se detuvo y dijo, más bien con voz ronca. —, rezo que estés en lo correcto y yo estoy equivocada.

—¿Ah? —Matt no tuvo idea lo que estaba ocurriendo.

—¡Dije que rezo para estar equivocada! Reza, también, Matt…
¡por favor!

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