martes, 26 de julio de 2011

capitulo 1- you against me

Capítulo 1


Traducido por masi


Mikey no podía creerse su vida.

Aquí estaba la leche sobre el mostrador delante de él. Aquí estaba Ajay, mano alzada expectantemente. Y aquí estaba Mikey, escarbando en busca de monedas entre las viejas facturas y los trozos de pañuelo en el bolsillo de su chaqueta. Una mujer en la cola detrás de él se movía inquietamente. Detrás de ella, un individuo tosió con impaciencia.

La ira revolvía las tripas de Mikey. —Lo siento —murmuró—. Tendré que prescindir de ello.

Ajay negó con la cabeza. —Coge la leche y me pagas mañana, está todo bien. Y aquí, toma algunos chocolates para tus hermanas.

—No. Está todo bien.

—No seas tonto, tómalo. —Ajay puso un par de Kit-Kat en la bolsa con la leche—. Y ten buen día, ¿vale?

Mikey lo dudaba. Él no había tenido una de esos durante semanas. Sin embargo, se las arregló para asentir rápidamente en agradecimiento, cogió la bolsa y se marchó.

Afuera, seguía lloviendo, una fina niebla se formaba con la luz de la lámpara fluorescente por encima de la puerta. Aspiró profundamente, tratando de oler el mar, pero el aire olía a frigoríficos—algo que ver con los ventiladores que soplaban aire caliente de la tienda detrás de él. Se colocó la capucha y cruzó al camino de regreso al vecindario.

Cuando volvió al apartamento, Holly estaba sentada en la alfombra frente al televisor, comiendo Cookie Crisps [NT. Son una especie de cereales de Nestlé] del paquete. Karyn había dejado de llorar y estaba de rodillas detrás de ella, cepillando tranquilamente el pelo de su hermana.

Mikey la miró de arriba abajo. —¿Te sientes mejor?

—Un poco.

—Entonces, ¿quieres contarme lo que pasó?

Karyn se encogió de hombros. —Traté de salir. Conseguí llegar hasta la puerta principal.

—Bueno, eso es algo.

Ella puso los ojos en blanco. —Genial, abre el champán.

—Es un comienzo.

—No, Mikey, es el final. Holly necesita leche para los cereales y yo ni siquiera pude manejar eso.

—Bueno, tengo algo ahora, así que ¿quieres una taza de té?

Él fue a la cocina y llenó la tetera. Abrió las cortinas, a continuación la ventana. La lluvia caía más lentamente y en el exterior olía a fresco ahora. Podía oír a un niño llorando. A una mujer gritando. Una puerta cerrándose tres veces. Bang. Bang. Bang.

Holly entró y arrojó la caja de cereales en el mostrador. Mikey arregló el cuello de la parte de arriba de su pijama. —¿Por qué no estás vestida para ir a la escuela?

—Porque no voy ir.

—Sí, vas a ir.

Ella se dejó caer hacia atrás contra la nevera, levantó la cabeza hacia el techo —¡No puedo ir a la escuela, es la audiencia de fianza!

Él frunció el ceño. ¿Cómo diablos sabía sobre eso? —Escucha Holly, si me prometes que vas y te vistes, te daré un Kit Kat.

—¿Es de dos o cuatro barritas?

—Cuatro.

Él rebuscó en la bolsa, sacó una de las chocolatinas y la balanceó hacia ella. —¿Y puedes despertar a mamá?

Holly levantó la vista, sorprendida. —¿En serio?

—Sí. — Si esto no era una emergencia, no sabía lo que era.

Holly sacudió su cabeza como si la idea fuera una locura, agarró el Kit Kat y echó a correr escaleras arriba.

Mamá pensaba que la policía ayudaría a Karyn, ese era el problema. Después de recoger a Karyn de la estación e informar de lo que había sucedido, mamá había ido hacia atrás, probablemente diciéndose así misma que había hecho su parte. Pero la policía era escoria. Habían sometido a Karyn de preguntas personales, a pesar de que estaba perturbada. Entonces el policía que llevó a casa frunció el ceño ante el desorden, como si ella estuviera juzgando a toda la familia. Mamá pensaba que era normal, pero Mikey se había mordido la lengua lleno de frustración, probando sangre en su boca, el sabor óxido y la densidad de la misma.

Más tarde, cuando el policía se fue, Mikey consiguió sacarle la dirección de Karyn y le dijo a Jacko que trajera el coche. Jacko trajo, también, a los muchachos con él, pero cuando llegaron a la casa del bastardo era demasiado tarde—Tom Parker había sido arrestado hace horas y los forenses estaban ya examinando el lugar.

Durante casi dos semanas Mikey había tratado de tragarse la ira. Pero ¿cómo evitar que su estómago se revolviera cada vez que Karyn lloraba? ¿o cuándo observaba a Holly acariciando el brazo de Karyn, apretando su hombro, dándole golpecitos ligeros en la cara, como si fuera una radio que necesita ajustarse o un televisor que funcionaba mal?

La solución de mamá fue esconderse lejos. Pero una niña de ocho años de edad, consolando a una quince años, significaba que el mundo estaba al revés. Y algo había que hacer al respecto.

Él preparó el té y lo llevó a la otra sala, lo puso sobre la mesa delante de Karyn. Ella se había hecho una bola en el sofá. Seguía haciendo eso—cubriéndose a sí misma con cojines, mantas, camisetas.

Mikey se acercó y se sentó en el borde. —¿Cómo te sientes ahora?

Con la luz detrás de ella se veía muy triste.

—Es probable que esté fuera ya —dijo—. Simplemente caminando para pasar un buen rato.

—No permitiré que se acerque a ti. No permitiré que te escriba mensajes de texto o que hable contigo u otra cosa. Probablemente seguirá cerca, pero no puede salir de noche.

Ella asintió con la cabeza, pero no parecía segura. —Hay una chica en la escuela —dijo—. Hasta donde sé tuvo siete novios y todo el mundo decía que era una putilla.

Esto de nuevo. —Tú no eres una putilla, Karyn.

—Y hay un chico en mi grupo de tutoría y tuvo diez novias. ¿Sabes lo que le llaman?

Mikey sacudió la cabeza negando.

—Un triunfador.

—Bueno, están equivocados.

—Entonces, ¿cuál es la palabra para alguien como él?

—No lo sé.

Ella suspiró, se recostó en el sofá y se quedó mirando el techo. —Vi este programa en la televisión —dijo—. Lo que me pasó le sucede a un montón de chicas. A montones y montones.

Mikey se miraba las uñas. Todas ellas eran irregulares. ¿Se las mordió? ¿Cuándo empezó a hacer eso?

—La mayoría de las chicas no lo denuncian, porque duramente los chicos pueden hacerlo. Algo así como seis de cada cien. Eso no es muchísimo, ¿verdad?

Mikey sacudió la cabeza otra vez, se mordió el labio.

—Cuando abrí la puerta justo ahora, había algunos chicos en el patio y todos me miraban. Si vuelvo a la escuela, todos me mirarán también. —Ella bajó los ojos y yo sentí la vergüenza traspasándola—. Ellos me mirarán como si me lo tuviera merecido. Tom Parker me invitó a su casa y fui, así que ¿cómo puede ser culpa suya? —Empujó un puñado de mechones de pelo sobre su cara—. Eso ni siquiera tiene sentido.

Él quería que ella dejara de hablar. Sentía un pánico creciente ya que si ella no se detenía en este momento, iba a seguir y seguir para siempre. Tal vez incluso hablaría sobre la noche que pasó. No podía soportar escucharlo de nuevo.

—Voy a irle a buscar por ti —dijo. Salió fuerte y parecía muy seguro.

—¿Tú?

—Sí.

Era extraño cómo las palabras significaban algo cuando salían de tu boca. Dentro de tu cabeza estaban a salvo y en silencio, pero una vez que estaban fuera, la gente se apoderaba de ellos.

Ella se sentó. —¿Qué vas a hacer?

—Voy a ir a su casa y a romperle la cabeza.

Karyn presionó la palma de su mano contra su frente, como si el pensamiento de le diera dolor de cabeza. —Nunca podrás salirte con la tuya.

Pero Mikey podía decir por el brillo repentino en sus ojos que ella quería que él hiciera esto para ella. Él no lo había hecho y debería haberlo hecho. Y si lo hacía, entonces ella podría dejar de sufrir.

Había un tío en el vecindario con el que nadie se metía. Él había recuperado el ciclomotor de su hijo cuando algunos jóvenes lo robaron. Conocía a gente que conocía a gente. Ese era el tipo de hombre al que todos admiraban. Si intentabas hacerle daño, terminabas peor. Mikey nunca había apaleado a nadie antes, pero la idea de ese tío le hacía sentir más fuerte. Se puso de pie, seguro de su plan. Él iba a ir solo esta vez, tenía sus guantes y llevaba una sudadera con capucha. Si no dejaba huellas dactilares, conseguiría salirse con la suya.

Él fue a la cocina y sacó la caja de herramientas de debajo del fregadero. Simplemente el sujetar la llave inglesa le hacía sentirse mejor—hay algo en lo pesada que era, en cómo se sentía en definitiva el sostenerla en su mano. Los sentimientos cabían en el objeto. Se sintió positivamente alegre mientras se ponía la chaqueta, metía la llave inglesa en su bolsillo y subía su cremallera.

Karyn le miró, sus ojos brillantes. —¿En serio que vas a ir a por él?

—Sí.

—¿Y en serio que vas a hacerle daño?

—Dije eso, ¿no?

Y entonces fue cuando mamá se tambaleó hacia el interior, cigarrillo en mano, protegiéndose los ojos como si todo fuera demasiado brillante.

Holly estaba saltando arriba y abajo detrás de ella. —¡Mira! —exclamó—. Mamá está despierta. En este momento está en la planta baja.

—Presente para mis obligaciones —dijo mamá.

Fue como ver a alguien subir de una inmersión. Ella tenía que recordar quién era ella, que realmente vivía aquí, que hoy era la audiencia de fianza y que esta familia realmente necesitaba conseguir estar juntos.
Holly despejó un lugar para ella en el sofá y se sentó en su regazo y frotaron sus narices. —¿Tengo que ir a la escuela? ¿En vez de eso puedo pasar el día contigo?

—Claro que puedes.

—¡No! —dijo Mikey—. La policía de Karyn vendrá a hacer una visita, ¿recuerdas?

Mamá frunció el ceño. ¿Viene ella, por qué?

—Porque eso es lo que hace.

—No quiero que venga más —dijo Karyn—. Ella hace preguntas estúpidas.

—Bueno, ella va a venir de todos modos —espetó Mikey—. Así que Holly no puede estar aquí, ¿no? ¿Quieres que un policía se dé cuenta de que no está en la escuela?

El entendimiento iluminó el rostro de su madre. Ella miró a su alrededor a la sala de estar y otra vez a la cocina. Ambas habitaciones eran un desastre—la mesa estaba cubierta de basura, platos sin lavar y ollas en el fregadero.

—Tienes una hora —la dije Mikey.

Ella lo miró. —¿Crees que no lo sé?

Holly puso de nuevo el televisor a todo volumen y la música estalló alrededor de ellos.

—Vete de vuelta a la cama —gritó Mikey. Enviaría a su madre de vuelta a la cama. Pero Holly no le hizo caso por lo que se desconecta.
Mamá se frotó la cara una y otra vez. —Hazme un café, Mikey.

Háztela tú misma, pensó. Pero aún así, puso de nuevo la cafetera y enjuagó una taza.

—Después de este cigarro fregaré los platos —dijo mamá. Ella tomó otra calada de su cigarrillo, y luego miró directamente hacia él de esa manera que algunas veces hacía, como si pudiera ver en su interior—. Pareces cansado.

—Por ocuparme por ti de todo, esa es la razón.

—¿Dónde estabas anoche?

—Po ahí.

—¿Estabas con esa nueva novia? Sarah, ¿no?

—Sienna.

—Esa fue la último.

—No, esa fue Shannon.

Holly se echó a reír alto y fuerte. —¡Eres muy malo, Mikey!

En su bolsillo la llave inglesa presionaba. Le entregó a su madre su café. —Tengo que irme ahora.

—¿Ir a donde?

—Tengo un asunto que resolver.

Ella frunció el ceño. —Yo no quiero que vayas buscando problemas.

Ella era un poco inteligente después de todo. Puedes pensar que estaba con resaca y que no se daría cuenta de esas cosas, pero lo hacía a menudo.

—Lo digo en serio —dijo—. Mantente al margen. No necesitamos ningún tipo más de problema.

Pero todo lo que él dijo fue: —Me voy.

—¿Qué pasa con Holly? Ella no puede ir caminando sola a la escuela.

—Entonces, tendrás que llevarla. Eso es lo que los padres hacen, ¿no?
Ella sacudió su cabeza hacia él. —¿Sabes lo que está mal contigo, Mikey?

—No, mamá, pero apuesto a que estás a punto de decírmelo.

Ella tomó su cigarro, haciendo caer la ceniza y le dio una profunda y última calada, exhalando el humo justo directamente hacia él. —Tú no eres tan duro como piensas que eres.

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